El proceso creativo como punto de encuentro

From the lake, 1924. Georgia O'Keeffe.

Me parece cada día más vital encontrar espacios para compartir la creatividad y el arte. Esta sociedad es una rueda imparable que gira a una velocidad casi insostenible, arrastrándonos por la era de la inmediatez, el correcorre constante, el FOMO y otras locuritas que ha instaurado la soberanía digital.

Como sucede con casi todas las cosas, hay un lado bueno. Y es que en medio de tanto filtro y tanta repetición, lo genuino empieza a brillar y a ser cada vez más visible. Y además, los artistas, los soñadores, los que emprenden con el corazón empezamos a encontrarnos, a reconocernos y a impulsarnos unos a otros defendiendo la alegría de estar vivos y poder sentir y crear para hacer sentir.

Los que tenemos el alma encendida necesitamos dar salida a las lenguas de fuego que nos habitan y nos insisten en la necesidad de engalanar al mundo con nuestro brillo, de ofrecer sin egoísmo la belleza que nuestra percepción amablemente nos muestra. Y empezamos a buscar espacios para dejar fluir la creatividad, para conectar con otras almas urgidas de dar. En estos espacios encontramos la libertad de ser y dejar ser, de crear sin prisa, de crecer sin pausa, de aprender de otras experiencias y formas de expresión, de ampliar nuestro ya vasto horizonte en direcciones que ni sospechábamos que podíamos tomar.

Aquí en Creactivilab se va tejiendo un poderoso sistema de apoyo que sostiene a cada nuevo artista que decide lanzarse al mundo a enseñar cómo hacer jabones o velas, o también cómo hacer las mejores fotografías para tus productos artesanos.

Esta comunidad está llena de personas hermosas que se dedican a promover el autocuidado a través del arte y de actividades generadoras de bienestar como colorear mandalas, ofrecer meditaciones guiadas o llevar un diario de gratitud.

Estoy agradecida de haber sido invitada a participar de esta comunidad de talentos. Les ofrezco mi alma entera a través de la fuerza de la palabra, que domina mis territorios más profundos y me obliga a escribir y a conversar acerca de la maravilla que somos como seres humanos, hijos de una fuerza creadora desconocida pero omnipresente, una fuerza que se manifiesta en la solidaridad, en la gratitud, en el perdón y en la belleza de la vida, con todos sus paisajes, con amaneceres y atardeceres, con ligereza y con dificultad, con todos los matices de su infinita paleta de colores.

Gracias por recibirme y espero que conectemos en una frecuencia de amor y gratitud que nos permita respetar nuestras opiniones, por diferentes que sean, y nos encuentren en este proceso creativo que nos abraza a todos por igual.

Soy Aleana, apasionada de la vida, escritora, madre, comunicadora y amante de la alegría y la gratitud. Sean bienvenidos también en Substack o en Instagram.